31.3.09

EL ALMAX


Compatriotas, acabo de hacer un gran descubrimiento. Tal es mi estado de perplejidad ante el asunto, que he decidido ponerlo en conocimiento de todos ustedes con el fín de proporcionarles un dato más que incremente su incipiente sabiduría. Contra todo pronóstico, y tras contrastar una serie de textos y datos, afirmo con toda seguridad, que el papelito del que están hechos los sobres del antiácido ALMAX no contiene ningún principio activo que ayude a la acción del almagato, ni siquiera un mínimo resquicio de algún excipiente, por lo que informo que la práctica de abrir el sobre y meterlo directamente a la boca y rechupetear todo el envoltorio no conlleva ningún beneficio a mayores que el del propio medicamento. Parece ser que la forma correcta de ingerir el medicamento es vaciando el contenido del sobre en algún tipo de instrumento que cumpla las medidas higiénico-sanitarias (véase cuchara limpia), e introducirlo correctamente en la boca para su deglución. Se dice que de esta forma minimizaremos las posibilidades de pillarnos una infección del copón, puesto que nada puede garantizarnos que el sobre por fuera venga estéril, libre de gérmenes, y lavadito con jabón lagarto… de hecho, lo más probable, es que cuándo usted le pide un ALMAX a su colega tras una noche de borrachera, ese sobre se le haya caído al suelo un par de veces, haya rodado por la alfombra llenándose de pelos del gato, o incluso hasta podría haberlo pisado sin querer transfiriéndole múltiples partículas de las aceras al envoltorio. Así que compañeros ahí les dejo esto, reflexionen y pásmense, no, no era genético.

12.3.09

EL ABONO

La felicidad es sin duda una buena meta a alcanzar, no digo que sea la única ni la más importante en la vida pero parece ser, que conlleva una serie de beneficios al que logra encontrarla.
Este estado divino al que todos aspiramos torna en multitud de formas a medida que caminas por la vida y a pesar de que la publicidad nos la vende con cara de coche o perfume, sabemos que no existe fórmula mágica para conseguirla. Dice un libro que llegó a mis manos la semana pasada, que la felicidad no es cuestión de suerte, sino de terreno bien abonado, es el fruto a recoger por estar contentos con nosotros mismos, pero cuidado, a mi entender esto es igual de bonito que de peligroso.
Analizando el mundo en el que dormitamos, realmente descubrimos bastantes motivos para “desfelicitar” a cualquiera… Durante los años de historia, los seres humanos hemos apadrinado daños y dolores, somos culpables de las guerras más atroces, los odios y la venganza… y en medio de todo este gran mar de actitudes deleznables, es la misma condición de seres pensantes la que vuelve a crear el milagro, y de lo terrible surgen conceptos como la ayuda, el compartir, el amor, la comprensión, la solidaridad …que nos hacen recordar que bajo la piel existe corazón.

El terreno en el que brota la felicidad dependiendo del bando en el que nos encontremos, es muy distinto, y sin embargo el concepto en si, de seres felices, muy semejante… Es posible que llegado a este punto algo debería conducirnos a reflexionar y mirar cara a cara de que se compone la felicidad de cada uno y hacer un recuento de los caminos que hemos tomado para llegar a conseguirla, quizá descubramos que la flor de nuestro jardín de la que tanto presumimos y enseñamos se alimenta de cadáveres de sueños y actitudes poco éticas, a lo mejor vemos que incluso mentimos cuándo decimos la verdad… o quizá nos llevemos una alegría merecida, y nuestro día se torne más brillante al comprobar que aunque deslucida y más pequeña que el resto, nuestra flor le debe sus colores al respeto y al buenhacer.

5.3.09

S.O.S

Existe un momento en la vida de todos en el que la mente pide un respiro, en el que es necesario hacer un recuento de lo ganado y lo vivido, restarle los fracasos y los lloros y mirar realmente cuánto queda en el fondo del caldero. Esta práctica, aunque necesaria, no deja de ser dolorosa, porque hay que caminar por los senderos de nuestras miserias, y levantar piedras para descubrir el gran agujero que tapaban. Te encuentras ante tus miedos sin muchas armas con las que luchar, y tampoco tienes muy claro el abanico de opciones con las que puedes jugar.
Nadie nos enseña cómo afrontar un disgusto, cómo liberar dolor del corazón, o cómo impedir que pensamientos absurdos machaquen tu ser… podemos odiar, frustrarnos, maldecir y asumir tristeza, y a veces, simplemente porque el mundo dónde vivimos exige que así lo sintamos…

Un día descubres que puedes correr, y empiezas a huir del conjunto de estupideces que te rodean, corres y corres sin atreverte a mirar a la cara de nadie porque en el fondo temes estar equivocado, porque temes que todo lo que te hacía sentir vivo realmente esté muerto, porque quizá no eres tan fuerte como pensabas. La incomprensión se instaura en tu pequeño apartamento y te saluda detrás de las esquinas, tu rebeldía te impide centrarte y lo único que deseas es salir a la ventana y gritar muy alto que no opinas como el resto… La diferencia humana mella y duele en todos sus sentidos, castiga a aquel que se plantea las actuaciones, que busca nuevos límites al bien y al mal, que muere por vivir y vive para sentir… Y las fuerzas fallan… las fuerzas fallan por remar contra la corriente, las fuerzas fallan por besar al enemigo, las fuerzas fallan por discutir contra las voces… y a veces de tanto llorar, ni siquiera alcanzas a ver contra quien peleas.

Lo cierto es que aunque en ocasiones piensas en rendirte, y dejarte llevar, eres consciente de que no sabrías vivir de otra manera… y ese día cuándo haces el recuento, dentro de tu caldero sólo queda una pequeña y triste ilusión, que con el tiempo se va haciendo cada vez más chiquita, pero que afortunadamente todavía puede verse y recordarte quien eres.