
Hoy he vuelto a dormir mal, un montón de pensamientos y sensaciones extrañas invadían mi cabeza y cedían terreno a la preocupación y a la tristeza, he dado vueltas en la cama y ha llegado un momento en el que he sentido una sensación de ahogo extrema dentro de mi cuerpo, era como si el aire que me rodease me apretase muy fuerte y como si el pijama que envolvía mi cuerpo hubiese encogido cuatro tallas y no me dejase respirar.
Me he levantado y he corrido hacia la ventana para abrir la persiana y dejar que toda esa angustia saliese del dormitorio y me dejase de presionar el pecho… y entonces en mitad de la oscuridad ha aparecido mi luz.
En el medio de la calle negra y desierta una pequeña farola se levanta ante mi casa, con una estela que as
emeja la del pasillo de mi madre, y tan pronto la he visto he vuelto a recordar aquellas noches de niñez y algo me ha paralizado. Poco a poco, hipnotizada, he sentido que la entereza y la calma volvían a mí, y el aire de nuevo ha corrido a mis pulmones. Nunca me había fijado en ella, o quizá nunca la había necesitado hasta esta noche. He vuelto a mi cama sin perderla de vista y me he acurrucado y tapado hasta la cabeza y he descubierto que desde aquí tumbada puedo verla perfectamente a través del cristal… y me he alegrado, me he alegrado tanto!
Y allí, en ese preciso momento en el que mis ojos cansados por el sueño se mezclaban con una creciente sensación de alivio, ha vuelto a ocurrir algo maravilloso. El resplandor de la farola se ha cubierto de motas blancas que caían del cielo, y ha empezado a nevar. La nieve ha caído majestuosa y serena, con fuerza y aplomo sobre mi pequeña farola durante media hora, y todo se ha tornado de un color exquisito, y desde el calor de mi cama me he sentido afortunada por tan mágico momento…. Y lo que me dolía en el corazón se ha calmado un poco, y los grandes problemas me han parecido un poco más pequeños.
Así que a todos los que no hayáis podido disfrutarlo, os confirmo que hoy, nueve de enero a las siete de la mañana ha nevado sobre Compostela… y ha sido bonito, muy bonito.

Y allí, en ese preciso momento en el que mis ojos cansados por el sueño se mezclaban con una creciente sensación de alivio, ha vuelto a ocurrir algo maravilloso. El resplandor de la farola se ha cubierto de motas blancas que caían del cielo, y ha empezado a nevar. La nieve ha caído majestuosa y serena, con fuerza y aplomo sobre mi pequeña farola durante media hora, y todo se ha tornado de un color exquisito, y desde el calor de mi cama me he sentido afortunada por tan mágico momento…. Y lo que me dolía en el corazón se ha calmado un poco, y los grandes problemas me han parecido un poco más pequeños.
Así que a todos los que no hayáis podido disfrutarlo, os confirmo que hoy, nueve de enero a las siete de la mañana ha nevado sobre Compostela… y ha sido bonito, muy bonito.