25.11.08

EVA Y JUAN

Eva se levanta y pone música bonita para empolvarse la nariz, se mira desnuda al espejo y ve que sus ojos aún no han recuperado el brillo, aquellos ojos negros tan bonitos se han convertido en marrones y ella con su triste sonrisa piensa que le habrán desteñido de tanto llorar. Ella se resigna y pone una tirita más a su corazón, tiene tantas ya, piensa, que pronto dejará de poder amar, y todos los días antes de salir de casa lo revisa para descubrir que las fisuras poco a poco se hacen más grandes. Eva va a trabajar con los bolsillos llenos de su recuerdo y un par de sueños rotos que le rascan las piernas con las aristas.

Juan apenas piensa en ella, se levanta por las mañanas y se va a trabajar mirando el reloj. Ocupa su tiempo entre música y pintura, pasa las noches buscando alguien que quiera sus besos con espinas y la pequeña historia de Eva apenas se puede divisar ya en su horizonte. Pasó como una exhalación y no ha movido nada de encima de su mesa, su corazón sigue negándola y su mente sigue olvidándola. Ha cerrado la puerta a su amor y nunca reconocerá que en el fondo, el recuerdo de sus caricias se le cuela por la cerradura, que hay noches que la siente cerca, que guarda su sonrisa bajo la almohada...

Y es que su historia nunca ha existido, nunca se han amado y nunca se han cogido de la mano, no tienen canción, ni dirección, ni comparten, ni se miran a los ojos, ni se cuentan, ni se esperan, y sin embargo a ella le parece la más mágica historia de amor jamás contada… y a él le aprieta el cuello tanto que no le deja respirar. Ellos sólo se han hablado, se han escuchado, han sido amigos, se han sincerado, se han reído mucho juntos… y visto desde fuera quizá hayan tenido mucho más que la mayoría de nosotros, quizás han tenido tanta suerte que se les terminó cuando quisieron amarse y por eso su magia acabó por romperse en un millón de trocitos .…

Y hoy se han cruzado en un semáforo de la cuidad, ella lo ha reconocido desde el otro lado de la calle, él ha levantado la vista y le han temblado las manos…
Y por un instante ambos han deseado acercarse y sin decirse nada, abrazarse, él quiere besarla en la frente, y ella volver a olerlo, él quiere rodearla con su brazo y protegerla del frío dentro de su abrigo. Quieren sentase en un banco del parque y contarse un montón de cosas al oído mientras ella le aparta el pelo de la cara… sin explicaciones, sin promesas, sin reproches, sin compromisos… solo diez minutos para ellos, para mirarse a los ojos y decirse cuánto se echan de menos, que se recuerdan, que ella lo añora, que a él le gusta su risa…

Pero Eva le ha mirado con los ojos muy abiertos y su alma se ha llenado de tristeza mientras la de Juan ha rebosado de orgullo, y las heridas han vuelto a aparecer y el corazón se ha vuelto a romper… Juan aprieta los dientes, aparta la mirada y decide cruzar por otro lado, y sin más, se da la vuelta escapando del recuerdo, dejando tras de si una estela de rencor que se pierde entre el resto de los problemas de la gente de la calle, mientras que a Eva una vez más, la realidad le rasga el deseo.

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