5.3.09

S.O.S

Existe un momento en la vida de todos en el que la mente pide un respiro, en el que es necesario hacer un recuento de lo ganado y lo vivido, restarle los fracasos y los lloros y mirar realmente cuánto queda en el fondo del caldero. Esta práctica, aunque necesaria, no deja de ser dolorosa, porque hay que caminar por los senderos de nuestras miserias, y levantar piedras para descubrir el gran agujero que tapaban. Te encuentras ante tus miedos sin muchas armas con las que luchar, y tampoco tienes muy claro el abanico de opciones con las que puedes jugar.
Nadie nos enseña cómo afrontar un disgusto, cómo liberar dolor del corazón, o cómo impedir que pensamientos absurdos machaquen tu ser… podemos odiar, frustrarnos, maldecir y asumir tristeza, y a veces, simplemente porque el mundo dónde vivimos exige que así lo sintamos…

Un día descubres que puedes correr, y empiezas a huir del conjunto de estupideces que te rodean, corres y corres sin atreverte a mirar a la cara de nadie porque en el fondo temes estar equivocado, porque temes que todo lo que te hacía sentir vivo realmente esté muerto, porque quizá no eres tan fuerte como pensabas. La incomprensión se instaura en tu pequeño apartamento y te saluda detrás de las esquinas, tu rebeldía te impide centrarte y lo único que deseas es salir a la ventana y gritar muy alto que no opinas como el resto… La diferencia humana mella y duele en todos sus sentidos, castiga a aquel que se plantea las actuaciones, que busca nuevos límites al bien y al mal, que muere por vivir y vive para sentir… Y las fuerzas fallan… las fuerzas fallan por remar contra la corriente, las fuerzas fallan por besar al enemigo, las fuerzas fallan por discutir contra las voces… y a veces de tanto llorar, ni siquiera alcanzas a ver contra quien peleas.

Lo cierto es que aunque en ocasiones piensas en rendirte, y dejarte llevar, eres consciente de que no sabrías vivir de otra manera… y ese día cuándo haces el recuento, dentro de tu caldero sólo queda una pequeña y triste ilusión, que con el tiempo se va haciendo cada vez más chiquita, pero que afortunadamente todavía puede verse y recordarte quien eres.

2 comentarios:

Martín Rendo dijo...

caray!!... este si que me ha gustado de verdad eh!!!!
que sabias palabras...

me quito el sombrero...

Chusa dijo...

Gracias a ti Martín, por estar siempre ahí, un bico.